Como muchas niñas de mi generación, con 6 años me inicié en el patinaje artístico, disfrutando de cada uno de los entrenos, hasta que, a los 12 años, justo cuando estaba a punto de alcanzar la tercera estrella, tuve que dejar de patinar por una escoliosis en la espalda que cada vez iba a más.
Después de un año de rehabilitación y natación, me dijeron que podía volver a hacer deporte, uno sin mucho contacto y sin saltos en los que la espalda pudiera sufrir, así que, no con el total beneplácito del médico, empecé a jugar a fútbol sala, en 1994, para acabar haciendo las pruebas en el RCD Espanyol en 1995 y empezar a jugar en el equipo que se convertiría en el club de mi vida.
Cinco temporadas después, dejé ese Espanyol, por razones que no vienen al caso, y milité en la Taixonera, el Europa, la Guineueta, el Base Montjuic y el Sabadell, dónde con 24 años me rompí la apófisis izquierda de la L5, cosa que hizo que colgara las botas y tuviera que dejar el deporte definitivamente. Todo el deporte.
Hoy, muchos años después, soy ex jugadora del RCD Espanyol de Barcelona, formando parte de la Agrupación de Veteranos, y jugando partidos y torneos benéficos, volviendo a disfrutar, con mucho cuidado por mi espalda, de mi gran pasión.