Y es cierto. Trabajar con animales te hace mejor persona. Por lo menos es lo que me ha pasado a mí. O eso creo.

A lo largo de mi carrera he podido trabajar con caballos y delfines en intervención asistida, y eso implica aprender a conocerlos, aprender a entrenarlos y aprender a respetarlos.

Toda mi carrera se ha basado en el adiestramiento en positivo, fuera cuál fuera el animal que tenía delante. Y así va a seguir siendo, puesto que los resultados no han podido ser mejores.

He podido entrenar caballos, delfines, cabras, asnos, cerdos, vacas,... Siempre desde el respeto y velando por su bienestar. Para mí no hay diferencia entre un perro y un cerdo, todos los animales que trato son únicos en su especie, y todos aprenden distinto.

Y cuando consigues que ese animal te mire y te entienda es cuando puedes pedir que te ayude en tus sesiones de intervención. Yo he hecho muchas, con diferentes animales, y nunca las he hecho sin tener a un animal preparado. Y que esté preparado no es sólo que esté entrenado. El vínculo entre el técnico y el animal tiene que ser la base de todo. Si no existe ese respeto, lo demás no funcionará.

He aprendido a mejorar mi expresión corporal y mi actitud cuando entreno con un animal, dejando todo lo demás de lado, y he aprendido a disfrutar de cada uno de los entrenos. Y eso es lo que intento transmitir siempre a mis alumnos.

Un entrenador no se hace en las aulas, se hace en los entrenos, en todos.

Este hecho hace que también mi manera de dar formación haya cambiado. Antes daba largos cursos presenciales, con días interminables. Con animales estresados de tantas horas. Por suerte, ahora ya no, mis cursos son online y ofrezco la posibilidad de acudir a clases individuales para poder trabajar en lo que necesita cada animal y cada alumno. Entiendo que quién quiere dedicarse a este campo es porque le gusta y le interesa, así que trabajará por conseguir lo que quiere. Asistir a clase es muy fácil, estudiar en casa y buscarte la vida en la calle, no tanto.